Hay una vieja historia sobre una carrera entre una liebre y una tortuga. La liebre sabía que era mucho más rápida que la tortuga. Tenía tanta confianza de que iba a ganar la carrera, que se acostó a dormir una siesta a la vera del camino. Mientras tanto, la tortuga seguía avanzando lenta pero constantemente hacia la línea de llegada.
La liebre se quedó dormida. Cuando por fin se despertó y se apuró para llegar a la meta ya era demasiado tarde. La moraleja de la historia es “a paso lento pero constante se gana la carrera”.
Nuestra liebre ha oído esta historia muchas veces; por lo tanto, nos dio una lección diferente: “Acuérdate siempre de poner el despertador”.
Nuestra liebre ha oído esta historia muchas veces; por lo tanto, nos dio una lección diferente: “Acuérdate siempre de poner el despertador”.